
En gran medida, nuestras vidas se sustentan en una serie de autosugestiones y mentiras piadosas que se sostienen las unas sobre las otras como un gran castillo de naipes. Con cada nuevo año o el inicio del curso escolar -aunque hace lustros que hemos dejado de estudiar, ésta es para la mayoría una referencia inamovible- nos hacemos mil propósitos que terminamos traicionando, uno a uno, con una falta de escrúpulos digna de cualquier jefe de gobierno tras su investidura. Quizá sea esta la gracia del asunto. Quizá si llevásemos a cabo todo lo que nos proponemos, pronto nos quedaríamos sin metas que alcanzar, sin algo por lo que seguir esperando el día de mañana. Nos convertiríamos en seres sin ambiciones cuya existencia ya no tendría ningún fuste. En consecuencia, me temo que Oh-California! devendrá una de esas obras inconclusas que espera ser retomada con más ímpetu cuando las circunstancias sean más propicias.
P.D. Hasta que no llegue ese día, si alguien (una o más personas) cree que podría hacerse cargo de este blog, no tendré ningún problema en darle derechos de administrador.
En el fondo, un post muy profundo. Me has dado una excusa para justificar que esta semana tampoco he hecho una serie de cosas que tenía que hacer. Claro, si las hago ¿que meta me queda en la vida?
ResponderEliminar